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martes, 7 de octubre de 2008

Expliquen eso




SANTO DOMINGO.- Después de haber entregado once años al atletismo dominicano, Natalia Korotoeva llora hoy lágrimas de impotencia, porque está sola y está a merced de 4,500 pesos que le paga la Marina de Guerra.
Después de conducir varios atletas por la senda del éxito, con Juana Arrendell como principal prenda que exhibir, Natalia, de nacionalidad rusa, no puede ni siquiera pensar en un regreso a su patria, porque no tiene con qué y allí tendría que iniciar carrera nuevamente.
Ella simplemente lo que pide es que le den trabajo para producir el dinero que necesita para cubrir sus necesidades, incluyendo su alimentación.
La formadora de Arrendell, quien bajo las orientaciones de Natalia ha dado al país varias medallas Panamericanas y Centroamericana y del Caribe, también ha tenido buen desempeño en eventos de carácter mundialista y no se explica porqué ha recibido sólo el desprecio de la actual directiva de la Federación Dominicana de Atletismo, que preside José Rubio.
Con lágrimas en los ojos, Natalia pide trabajo. “Aquí conocen solamente lo que he hecho de Juana (Arrendell), pero puedo trabajar en cualquier otro deporte como preparadora física”, dice la entrenadora rusa quien vino al país “para ayudar”, pero se ha quedado.
Natalia trabajó bajo contrato (1,500 dólares mensuales) por varios años, pero según cuenta, luego de los Juegos Panamericanos fue cesanteada sorpresivamente, a pesar de haber conseguido un buen resultado. En esa oportunidad condujo a Arrendell a conquistar medalla de oro.
Su primer contrato fue suscrito con el entonces Secretario de Deportes, Juan Marichal y desde entonces el mismo había sido respetado por los incumbentes de turno. Previamente había trabajado por seis meses de manera gratuita y todos los atletas que ella preparó y que asistieron a los Juegos Nacionales de Mao, incluyendo a Arrendell, fueron medallistas.
“Sólo quiero que me den trabajo para poder vivir...., he perdido la oportunidad de obtener una pensión en Rusia”, repetía entre sollozos Korotoeva, quien tiene una hija, Anastasia Korotoeva, de 23 años y quien estudia mercadeo en la Pontoficia Universidad Católica Madre y Maestra.
El drama que vive Korotoeva es difícil y su situación empeora conforme pasan los días, porque la Federación de Atletismo la ha conminado a abandonar su alojamiento que desde hace años se les proporciona en la Villa Olímpica de las Américas.

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